Llega el momento de desayunar, y nos colocamos frente a la nevera (como si fuera un escaparate), y nos preguntamos: ¿qué podemos desayunar?
Hay leche, marca pascual, Clesa, Asturiana... bollos en la despensa, que se la Bella Easo, Bollicao, cereales, que si marca Kellog`s, Hacendado, Nestle, por otro lado el Nesquick, Cola Cao....
y una vez saciado nuestro estómago pasamos a la vestimenta: ¿qué me pongo? Y volvemos a lo mismo, que si pantalones, jerseys, zapatillas, abrigos.... todos ellos etiquetados con una marca en concreto, marca que no sólo yo reconozco, sino que se reconocen en varias partes del mundo.
Y no quiero enrollarme contando el resto del día, pues no hemos llegado a salir de casa y ya hemos enumerado un montón de situaciones en las que tenemos marcas.
Centremonos en una marca, por ejemplo, Coca Cola.
Al hacerse famosa la bebida en 1886 se le ofreció a su creador venderla en todo Estados Unidos. Pemberton aceptó la oferta (vendió la fórmula de su producto en 2.300 dólares) y se abrieron varias envasadoras en Estados Unidos. Más tarde un grupo de abogados compraron la empresa e hicieron que Coca-Cola llegara a todo el mundo.
Su sabor, su nombre, su logotipo en todas partes es conocido. Incluso en los países más alejados del mundo occidental donde se creó y se desarrolla. Hoy en día Coca-Cola es un refresco tiendas, restaurantes y máquinas expendedoras en más de 200 países y producido por The Coca-Cola Company
Coca cola es, por tanto, uno de los ejemplos más claros de marca globalizada.
Los medios de comunicación han ayudado a que este tipo de marcas se extiendan por todo el mundo, a superar las barreras espacio temporales y culturales formando un nuevo mundo en el que las marcas ya no solo forman parte de una determinada cultura sino que es compartida por distintas sociedades.
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